LA POLÍTICA Y LAS SERIES, SEGÚN JUAN CARLOS MONEDERO
"Juego de Tronos es como Gandía Shore, pero con un enano astuto"
FUENTE: www.elconfidencial.com 
Este artículo es la versión íntegra de la entrevista con Juan Carlos Monedero. La versión editada puede leerse aquí)
El adelanto de 
Ganar o morir. Lecciones políticas sobre Juego de Tronos, editado por 
Pablo Iglesias
 y que verá la luz en Akal después del verano, resulta sorprendente. Los
 dos capítulos colgados hasta la fecha, el redactado por el líder de 
Podemos y el perteneciente a 
Iñígo Errejón, uno de sus colaboradores más cercanos, no suponen un simple comentario a la serie de moda, sino que 
constituyen un inusual ejercicio en la política.
 Más que ideas sugeridas por los acontecimientos que se describen en la 
serie, estamos ante una reflexión teórica que ha inspirado la práctica 
de Podemos.
Aquí aparecen los análisis que han guiado su acción, ya sea desde la lectura de la política como conflicto, de esa mezcla de 
Carl Schmitt y 
Antonio Gramsci
 que teje Errejón o desde la vinculación foucaultiana entre poder y 
legitimidad que describe Iglesias. De todo ello ha conversado 
ACyV con uno de los líderes de la formación, 
Juan Carlos Monedero, politólogo, profesor en la Universidad Complutense y autor, entre otros, de 
La transición contada a nuestros padres (ed. Catarata) y de 
Curso urgente de política para gente decente (Ed. Seix Barral).
PREGUNTA.
 Coincides con Pablo Iglesias en subrayar la potencia de la cultura como
 mecanismo narrativo, como generadora de identidad y como instrumento 
explicativo de la sociedad. Podemos ha decidido utilizar otros medios, 
más populares, para llegar a la gente y Juego de tronos es una serie muy popular.
RESPUESTA.
 La buena ciencia social siempre ha sabido leer los rasgos de su época 
por todos los rincones. No sólo vamos a explicar la Alemania de 
Weimar desde su constitución sino que tienes que analizar el expresionismo y las vanguardias, tienes que saber el papel de 
Grosz en la pintura, tienes que saber cómo se están gestando las obras de 
Herman Hesse y 
Stephan Zweig,
 y en todos esos rincones vas a encontrar explicaciones válidas para 
entender el ascenso del nazismo. La ciencia social, dicen en Alemania, 
es una ciencia de integración, de manera que puedes encontrar en las 
expresiones culturales las razones profundas de lo que está ocurriendo. 
Para hacer un buen análisis tienes que salirte de tu propia realidad y 
verla desde fuera. La cultura es el pasillo que te permite alejarte pero
 estar en contacto con las habitaciones.
Juego de tronos es a la política lo que una película porno al amorUn observador astuto va a poder explicarte la posmodernidad desde el Guggenheim como hace 
Fredric Jameson, de la misma manera que 
Max Weber explicaba su época con el auge de la burocracia o que
 Ulrich Beck
 te puede explicar claves de nuestra época con los libros de autoyuda. 
Fíjate que en el tiempo en que Weber explicaba el desencantamiento del 
mundo propio de la sociedad de masas, del desarrollo tecnológico y de 
los grandes alineamientos ideológicos
, Kafka estaba escribiendo 
El castillo o 
El proceso.
Un
 buen científico social tiene que entender que son diferentes 
expresiones de la realidad social. No es gratuito el surgimiento de 
Frankenstein en el cine, o el cine negro de gangsters, o ese complemento que son las películas optimistas de 
Frank Capra, porque son expresiones de un mundo en disolución.
Igual
 ocurre cuando, a partir de los años setenta, se pone en marcha el 
proceso neoliberal, entra en crisis el modelo keynesiano, desembocando 
en el pensamiento único y el fin de la historia: las películas de 
zombies son absolutamente preclaras al respecto.
De hecho, 
George A. Romero,
 en una de las películas de la serie, sitúa a los zombies en un centro 
comercial. A veces más evidentes, a veces más escondidos, los productos 
culturales son siempre vehículo de la hegemonía, y van a trasladar el 
pensamiento hegemónico. Pero también, si los analizas puedes identificar
 cómo se está construyendo esa hegemonía. Eso es lo que lleva, por 
ejemplo, a 
Mattelart y a 
Dorff, la ideología que hay detrás del 
Pato Donald.
 Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero y parte de la promotora de Podemos. (Enrique Villarino)
P. Escribe Pablo Iglesias en su capítulo que “Juego de tronos
 enseña que no hay nunca espacio para la legitimidad meramente en 
abstracto, para una legitimidad que no está dispuesta a convertirse en 
poder político alternativo y, en ese sentido, a disputar el poder”. 
Habla de los Stark como quienes están dispuestos a ser buenos en un mundo perverso, y que quizá lo que se necesite es ser como Daenerys,
 que quiere tomar el poder, aunque no sea tan buena, para que el mundo 
deje de ser perverso. Esa ha sido vuestra opción: siempre habéis dicho 
que queréis gobernar. 
De
 la misma manera que la economía está obligada a gestionar la escasez y a
 solventar sus problemas, la política debe gestionar el conflicto
 
Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero y parte de la promotora de Podemos. (Enrique Villarino)
P. Escribe Pablo Iglesias en su capítulo que “Juego de tronos
 enseña que no hay nunca espacio para la legitimidad meramente en 
abstracto, para una legitimidad que no está dispuesta a convertirse en 
poder político alternativo y, en ese sentido, a disputar el poder”. 
Habla de los Stark como quienes están dispuestos a ser buenos en un mundo perverso, y que quizá lo que se necesite es ser como Daenerys,
 que quiere tomar el poder, aunque no sea tan buena, para que el mundo 
deje de ser perverso. Esa ha sido vuestra opción: siempre habéis dicho 
que queréis gobernar. 
De
 la misma manera que la economía está obligada a gestionar la escasez y a
 solventar sus problemas, la política debe gestionar el conflicto
R.
 Como estaban inventando discrepancias entre Pablo y yo escribí un tuit 
en el que decía que algún día discutiremos, pero será de teoría política
 y el detonante será 
Juego de tronos. Hemos hablado de la serie mil veces y no estoy de acuerdo con ellos. 
Juego de tronos es
 a la política lo que una película porno al amor. Sólo se fija en una 
parte, y eso es muy simplista. A menudo, en las ciencias nos preguntamos
 por cuál es el rasgo definitorio de nuestro objeto de conocimiento. Por
 ejemplo, para saber qué es lo específico de la economía, nos 
preguntamos qué tendríamos que quitar de la sociedad para que la 
economía no nos hiciera falta. La respuesta es la escasez; si no 
existiera, la economía no nos sería necesaria. Si formulamos esa misma 
pregunta respecto de la política, la respuesta sería el conflicto. De la
 misma manera que la economía está obligada a gestionar la escasez y a 
solventar sus problemas, la política debe gestionar el conflicto. No 
debe generarlo ni vivir en él, sino entender que existe, visualizarlo y 
nombrarlo, pero para poder solventarlo. Y del mismo modo que de alguien 
que se dedicase a crear escasez permanentemente pensaríamos que es un 
enfermo, si la política sólo fuera ese momento que aparece en 
Juego de tronos, sería algo de enfermos.
P.
 Pero en la serie se visualiza ese instante precisamente para subrayar 
que no es un momento anterior o posterior a la política, sino que ese 
enfrentamiento a muerte es el conflicto mismo, que en eso consiste de 
verdad la política. Esa es una idea también imperante en nuestra época.
Maquiavelo escribió El príncipe para dar consejos a unos descerebrados que estaban gobernando
R. 
Juego de tronos es muy mentirosa, es como 
Gandía Shore pero con un enano astuto y algunos personajes interesantes; más que los de 
Gandía Shore, claro, pero en el fondo es lo mismo, poder, dinero, sexo, fama. Me parece más real 
Gandía Shore porque nos muestra las bases que hay detrás. 
Juego de Tronos es como la sucesión de eyaculaciones y de orgasmos en una película porno, falta la trama.
En
 ese sentido, un buen lector de la política no tiene que confundir la 
victoria con la razón. El que viola a alguien ha consumado la victoria, y
 ha humillado a la víctima pero es el verdugo, y no hay honra en esa 
victoria que te convierte en verdugo. A menudo el que pierde gana. 
Porque en su derrota se asientan las bases de una moralización de la 
vida pública. Por tanto, recomiendo a los que limitan la política al 
momento de la victoria, que complementen la lectura de 
El príncipe con los 
Discursos sobre la primera década de Tito Livio, donde realmente hay una complejización de la política.
Maquiavelo escribe 
El príncipe para dar consejos a unos descerebrados que estaban gobernando. Los 
Discursos son otra cosa: si ahora algún cortesano escribiera un espejo de príncipes para 
Felipe VI seguramente
 no se detendría en profundidades intelectuales sino que le daría 
consejos prágmáticos, mientras que los discursos tienen una reflexión 
con mucho más calado.
Esa reflexión, en las series, la encuentro mucho más en 
House of cards,
 donde también ganan los canallas, ganan los más fuertes, pero te pone 
alerta sobre la condición moral de los gobernantes. El discurso de 
Juego de tronos, sin embargo, te invita a renunciar a tu apellido y a desear ser un 
Lannister.
 Juan Carlos Monedero.
P.
 Pero esa visión podía contestarse diciendo que es precisamente para 
evitar eso por lo que hay que hacerse con el poder. Así lo dice Pablo 
Iglesias, que escribe en su capítulo que son los débiles los que 
necesitan de la política, que son ellos los que necesitan del poder del 
trono, de la potencia pública, más que los fuertes, pues estos ya tienen
 su propio poder privado. 
Por cierto, he venido a la entrevista en una bici que me compró Chávez, eso lo puedes poner
 
Juan Carlos Monedero.
P.
 Pero esa visión podía contestarse diciendo que es precisamente para 
evitar eso por lo que hay que hacerse con el poder. Así lo dice Pablo 
Iglesias, que escribe en su capítulo que son los débiles los que 
necesitan de la política, que son ellos los que necesitan del poder del 
trono, de la potencia pública, más que los fuertes, pues estos ya tienen
 su propio poder privado. 
Por cierto, he venido a la entrevista en una bici que me compró Chávez, eso lo puedes poner
R. Una de las obras de arte del siglo pasado es la trilogía de 
John Le Carré formada por 
El Topo, 
La gente de Smiley, y 
El honorable colegial, donde cuenta la lucha de 
Smiley
 contra el jefe de los servicios secretos del bloque soviético. Smiley 
gana, pero la reflexión del libro es “bien, hemos ganado, pero 
sacrificando lo que diferenciaba al este del oeste; hemos ganado pero 
perdiendo cualquier tipo de razón moral, sólo lo he derrotado pero no 
soy diferente a él”.
La izquierda tiene que salir a ganar el 
partido, pero aunque tu enemigo compre al árbitro tú no debes hacerlo; 
aunque envenenen tu comida para que salgas a jugar enfermo no debes 
hacer lo mismo. Eso es lo que nos diferencia. Porque si no, ganamos, 
pero esas victorias, como decía 
Elías Canetti, tienen el terrible problema de que te has acostumbrado tanto a pelear contra tu enemigo que te has terminado pareciendo a él.
P.
 Es curioso, no obstante, cómo hay una percepción muy frecuente según la
 cual, si no eres alguien que puede cambiar las cosas, esto es, que 
posee los resortes y el poder necesarios para hacer que la situación se 
transforme, eres alguien irrelevante. A lo mejor eres legítimo, pero te 
ven como inútil. Eso es otro problema que Pablo Iglesias señala en su 
capítulo.
La importancia de Podemos no está en los cinco eurodiputados, sino en que estamos construyendo un nuevo sentido común en España
R.
 Como tú vienes de las ciencias sociales estás hablando del problema 
central de la discusión de la izquierda desde finales del siglo XIX, 
desde la 
Crítica al programa de Gotha, que se llama la 
dictadura del proletariado, ¿cómo derrotas a los responsables de la 
miseria de un país si tienen detrás todo el poder? En 
La revolución proletaria y el renegado Kaustky, un libro de 1920, 
Lenin dice a 
Kautsky
 que hace un mal análisis porque han tomado el estado pero no tienen el 
poder. Los zares, apoyados por las potencias europeas, tienen el 
ejército, la banca, los medios de comunicación, la diplomacia, la 
iglesia. ¿Cómo luchas contra toda esa gente, cómo combates a los 
responsables de que tu pueblo pase hambre, de haber convertido tu país 
en un estado policial, de comprar periodistas, jueces, académicos? Esa 
discusión es central.
Creo que la izquierda ha entendido que la 
solución desde finales del siglo XX, y por supuesto en el siglo XXI, no 
es violenta. Esta lectura infantil de la idea de la dictadura del 
proletariado te llevaba a la lucha armada y a un estado totalitario, y 
la historia ha demostrado que no es eficaz. Si tienes que poner muros 
para que no se vaya tu pueblo, o si has de tener como en la RDA 200.000 
informantes secretos, pues no quiero ese socialismo. No me interesa 
nada. Hemos entendido que la solución es electoral y por eso reclamamos 
más a Gramsci que a cualquier otro pensador.
La izquierda tiene que salir a ganar el partido, pero aunque tu enemigo compre al árbitro tú no debes hacerlo
Gramsci
 nos enseña que de lo que se trata es de construir la hegemonía, esto 
es, de construir un nuevo sentido común. La importancia de Podemos no 
está en los cinco eurodiputados, sino en que estamos construyendo un 
nuevo sentido común en España. Cuando nos acusan de ser ETA y nos 
reímos, cuando nos acusan de ser Venezuela y nos reímos, (por cierto, he
 venido a la entrevista en una bici que me compró 
Chávez, eso lo puedes poner), cuando 
Inda dice
 que hablo mal de Pablo a las farolas o cuando nos insultan y subimos 
electoralmente, es porque Podemos está cambiando la hegemonía de nuestro
 país. Y eso no lo haces sentándote en el Trono de Hierro, sino cuando 
determinadas decisiones son intolerables a los ojos de la gente normal y
 corriente.
 Juan Carlos Monedero, durante la presentación de su formación el pasado mes de enero. (Podemos/Facebook)
P.
 En ese sentido, es clarificador el capítulo de Íñigo Errejón, donde 
habla, desde la perspectiva de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, de que 
la tarea esencial es construir un sentido común que establezca un nuevo 
reparto de posiciones. Citando a Carl Schmitt y a Gramsci, señala que la
 política consiste en dar sentido a una serie de universales vacíos. Y 
eso es lo que estáis haciendo ¿no? Dando otro significado a palabras 
comunes…
Los politólogos del establishment decían que ellos hacían ciencia y nosotros ideología. Al final, resulta que es al revés
 
Juan Carlos Monedero, durante la presentación de su formación el pasado mes de enero. (Podemos/Facebook)
P.
 En ese sentido, es clarificador el capítulo de Íñigo Errejón, donde 
habla, desde la perspectiva de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, de que 
la tarea esencial es construir un sentido común que establezca un nuevo 
reparto de posiciones. Citando a Carl Schmitt y a Gramsci, señala que la
 política consiste en dar sentido a una serie de universales vacíos. Y 
eso es lo que estáis haciendo ¿no? Dando otro significado a palabras 
comunes…
Los politólogos del establishment decían que ellos hacían ciencia y nosotros ideología. Al final, resulta que es al revésR. Para mí el pensador más poderoso que tiene el pensamiento emancipador es 
Boaventura de Sousa Santos.
 Nunca me he llegado a emocionar tanto con Laclau o Mouffe, porque esas 
reflexiones las he visto antes en Boaventura. Laclau reflexionaba sobre 
América Latina desde Inglaterra, mientras que Boaventura creó el foro 
social mundial que es la clave sobre todo lo que estamos pensando.
P.
 Pero insistiendo en la pregunta anterior, es esa diferente construcción
 del sentido común la que os permite decir que el tablero político en 
España no es el eje izquierda-derecha, sino el que separa democracia de 
oligarquía. En la medida en que puedes hacer ver la realidad de otro 
modo, es cuando empiezas a ganar.
R. Nosotros venimos 
haciendo un diagnóstico diferente desde hace mucho tiempo. Si recurro a 
mis obras, veo que el diagnóstico que expresamos en Podemos no tiene 
contradicciones con las cosas que he escrito durante muchos años. Antes 
de saber que vamos a poner en marcha Podemos, escribo 
"Curso urgente de política para gente decente",
 donde digo que el marco de análisis de izquierda/derecha está superado,
 que el marco de partidos políticos tradicionales está superado, que la 
participación política reclama nuevas formas y que el marco del estado 
nacional está agotado.
Como académicos hemos hecho un diagnóstico 
diferente de nuestra sociedad que es mucho más real que el que están 
haciendo otros académicos. Me sorprendió mucho, y sonreí con ironía, 
cuando leí un artículo de una persona a la que respeto mucho, como 
Fernando Vallespín,
 diciendo que el surgimiento de Podemos es un ejemplo del despiste de la
 izquierda española, y yo pensé, pues anda que la academia ha estado 
fina. Y él, como uno de los politólogos del 
establishment, es 
rehén de lo que está criticando, porque cuando nosotros hacíamos ciencia
 política crítica, nos ninguneaban con displicencia. No teníamos un 
espacio en los congresos de ciencias políticas porque decían que ellos 
hacían ciencia y nosotros no. Al final los que estábamos haciendo 
ciencia éramos nosotros y los que hacían ideología eran ellos.