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16 ene 2012

KASE.O Y LA NOSTALGIA DEL JAZZ-RAP

FUENTE: www.elpais.es / Por: David Broc
FOTO 9 KASE O JAZZ MAGNETISM

“¡Oh inmortal Poseidón!, el del furioso tridente, a ti me encomiendo en esta difícil empresa, propicia que este velero llegue a buen puerto”… Si hacemos una encuesta improvisada entre un puñado de aficionados al rap español, de todas las edades y procedencias, será muy difícil encontrar a alguno que no sepa identificar al momento, sin pensarlo, a quién corresponden estas palabras. “Mierda”, así se llama la canción, que arranca con esa frase de resonancias mitológicas, se convirtió en 1999 en uno de los grandes hitos de la historia del hip hop en la piel de toro por dos motivos. Primero, porque con ella llegaba el primer gran beef –pique, enfrentamiento o batalla dialéctica entre dos raperos– de la historia del rap español, con un durísimo ataque lírico contra Metro, miembro de la banda Geronación y personaje que luchó en su momento por darle credibilidad y empaque al género cuando este país era un solar en la materia. Y segundo, de dimensiones más profundas, longevas y trascendentales, porque suponía la definitiva ascensión al olimpo de su artífice, el enorme Kase.O, probablemente el único rapero nacional capaz de parar el mundo, hipnotizarnos y hacernos olvidar a nuestros iconos foráneos cada vez que empuña un micro y escupe sus rimas.

Guerrero de la vieja escuela, nostálgico de los años dorados del hip hop norteamericano, personaje que vive y actúa ajeno a su estatus de superestrella del firmamento, MC superdotado con el boli capaz de mezclar cultismos, referencias al mundo clásico y juegos léxicos complejos en crónicas etílicas o diarios sexuales subidos de tono, Kase.O decidió hace un par de años darle más sentido e intensidad a su desmesurada pasión por el jazz. A la contra, en el punto más alto de su éxito al frente de Violadores del Verso, cuando sus giras se eternizaban y no dejaban papel en las taquillas, el de Zaragoza invertía sus días libres juntándose con unos colegas afincados en Barcelona para revisar algunas letras de su carrera, sobre todo de sus colaboraciones fuera del grupo, pero esta vez sin beats, coros, acompañamientos vocales o scratches. Batería, bajo/contrabajo, guitarra y saxo componían el esqueleto instrumental y rítmico del proyecto, gráficamente llamado Jazz Magnetism, un pasatiempo convertido en apuesta seria y casi profesionalizada a medida que se sucedían los bolos y la buena recepción del público. ¿Capricho para combatir el aburrimiento? De ninguna manera. Cualquiera que haya seguido de cerca la trayectoria del MC sabrá que el jazz es un elemento recurrente en muchas de sus canciones: en “Ballantines” soltaba aquello de “He perdido el rumbo con soledad, jazz y whisky” , y en “Atrás” dejaba para la posteridad la mítica línea “Es la única manera de que escuchéis jazz, es el jazz del yo y mi micrófono”, sin olvidar, claro está, las incontables referencias al género que ha hecho R de Rumba, productor de Violadores del Verso, en las producciones para la banda: “Un gran plan”, “A solas con un ritmo”, “Doble V” o la propia “Atrás”, por citar algunos ejemplos ilustrativos, manifestaban la fuerte influencia jazzística en su discurso.

A diferencia de los criterios ordinarios de la industria, que nos ha acostumbrado al hecho de que las bandas graben primero sus canciones en un estudio para poder tocarlas en vivo, Kase.O Jazz Magnetism han seguido el camino opuesto: nacieron como un proyecto exclusivo para el directo y han acabado entrando en el estudio para materializar lo que sucedía encima del escenario. El resultado de ello es el magnífico “Kase.O Jazz Magnetism”, un álbum que si bien nunca consigue capturar la esencia de improvisación controlada de sus conciertos supone una emocionante y refrescante anomalía en la actualidad hiphop patria y un impecable ejercicio de estilo que, como ya hicieran Flowklorikos en su recordada actuación en el festival BUM de 2007, reaviva la llama nostálgica de aquellos años en que la fusión de jazz y rap inyectaba groove, elegancia y tradición al panorama estadounidense de la época. Aquellos eran los tiempos de Digable Planets, Dream Warriors, los tres primeros álbumes de Gang Starr, proyectos esporádicos como Buckshot LeFonque, el inicio de la saga “Jazzmatazz”, franquicia creada y desarrollada por el extinto Guru, o de muchas canciones pergeñadas por A Tribe Called Quest, Jungle Brothers, Brand Nubian o Stetsasonic, entre muchos otros. Y por supuesto también de US3, que se convirtió en la versión mainstream de esta corriente y que, en cierto modo, señaló el inicio del fin, la inevitable comercialización y expansión de una fórmula que aparentemente no tenía límites a corto plazo: miles y miles de álbumes de los que poder extraer samples y un interminable espectro de músicos en activo con ganas de meter la patita en el incipiente universo hip hop.

Ahora que se ha confirmado oficialmente el retorno de Digable Planets para grabar un álbum y hacer una gira internacional muchos han agitado su memoria para rememorar ese periodo y algunos se preguntan por qué su mecha creativa prendió tan poco tiempo. La explicación es muy simple, y se centra en dos argumentos básicos. El primera, de corte jurídico: cuando empezó a ser legalmente peligroso no licenciar los samples que se obtenían de discos ajenos, cuando corrías el riesgo muy serio de cargar con una demanda multimillonaria por una muestra no acreditada, muchos productores empezaron a buscar vías alternativas para sacar adelante sus loops y sus beats. Samplear jazz era relativamente fácil y exigía poco esfuerzo, pero eso era un arma de doble filo: dejaba más al descubierto la fuente de origen y eso obligaba a licenciar los extractos, un peaje que incrementaba sustancialmente los costes de la grabación. No es de extrañar que la segunda generación de referencias adscritas a la escena, con The Roots a la cabeza, directamente iniciara su andadura en formato de banda instrumental para ahorrarse los quebraderos de cabeza del sampleo y, también, para conjuntar mejor esa idea sonora. La segunda razón de su declive es artística: la mayoría de bandas que de un modo u otro pusieron cara a esa corriente supieron evolucionar –Gang Starr hacia posiciones más crudas; A Tribe Called Quest hacia un sonido más elaborado–, y otras, como los propios Digable Planets o Dream Warriors, no fueron capaces de gestionar su futuro más allá de ese modelo, como si éste se hubiera quemado con demasiada rapidez.

Hoy, el jazz-rap es un vestigio del pasado que, por los motivos antes apuntados, tiene difícil su regreso a la actualidad más allá de anécdotas muy esporádicas, la mayoría de ellas seguramente de carácter retroactivo o revivalista. Es por ello que la apuesta de Kase.O por inmortalizar su aventura al frente de Jazz Magnetism en un disco, y además en el contexto del rap español, poco dado a este tipo de iniciativas fuera de contexto, merece consideración, aplauso y buenas palabras. La intención del proyecto es encomiable; el contenido del mismo, ejemplar.
  

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