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23 ago 2011

REGENERANDO LA DEMOCRACIA DESDE UPyD: EL NACIONALCATOLICISMO LAICO, PROGRESISTA Y MODERNO

FUENTE: Andrés Boix Palop / www.lapaginadefinitiva.com


La visita de Ratzinger a España está dejando muchas cosas buenas a España, como es de esperar cuando viene a verte el representante de Dios en la Tierra. Un gobierno supuestamente progresista de un país supuestamente aconfesional metiendo varias decenas de millones de euros en ayudas indirectas y subvenciones varias al evento rock y sus misas multitudinarias.

La policía repartiendo hostias a cualquiera que ose decir algo contra eso de que tengamos que pagar la juerga de la secta entre todos (o cometa la osadía de insultar al Papa o sus seguidores, que en cambio tienen carta blanca para insultar y reventar manifestaciones… subvencionados por todos nosotros).

Todos los cargos públicos del país arrodillándose delante de Benedicto XVI y acudiendo a sus misas como corderitos. Y el pobre Ratzinger, a todo esto, sin atreverse a meter el dedo en el ojo a Mourinho pero dando caña a los que pagamos la visita: que si vaya panda de pringados, que si somos unos pecadores, que si la Razón (no el periódico, sino la Vernunft alemana esa) apesta y que a ver cuándo nos pagamos otra ronda…

Dentro de la locura en que se han instalado las capas más reaccionarias el país, refulge con especial intensidad la espectacular deriva de UPyD, la que fue la gran esperanza blanca de la renovación democrática… durante los primeros 5 minutos de su existencia. Dado que casi desde que nacieron la cosa se torció no sorprende demasiado que sus dirigentes se hayan alineado entre quienes con más pasión han defendido la visita de Ratzinger y la pertinencia de meter dinero público ahí, como están haciendo desde hace unos días sus cuadros en Twitter con enorme pasión. Pero todo tiene un límite, o debería tenerlo. Incluso para los dirigentes de UPyD, por muy cachondos que anden pensando en pillar sillón a partir del 20-N. Tener que escuchar a Rosa Díez llamando radicales anticlericales a quienes simplemente pedían que el Estado no financie la visita y justificando las hostias repartidas por la policía ya es algo suficientemente surrealista si tenemos en cuenta que quienes están recibiéndolas eran hasta hace no mucho personitas de buena fe que pensaban que UPyD “era diferente”, pero el estrambote definitivo lo ha proporcionado la cabeza pensante del partido, Carlos Martínez Gorriarán, con una exhibición en Twitter en la que ha pretendido explicar a la concurrencia que defender que con los impuestos de todos se paguen visitas papales y misas católicas es laicismo del bueno, laicismo UPyD, laicismo como debe ser, laicismo como Dios manda… porque la obligación del Estado es “defender a las minorías” como la Iglesia. Con dos cojones. Hay que financiar al clero católico del país casi como quien fomenta el teatro del absurdo, por ser una manifestación deseable y minoritaria.

Acabáramos. Y, aún así, si la cosa se hubiera quedado ahí… pues todavía habría tenido un pase. Pero el problema es que Gorriarán, en su línea habitual, se ha dedicado, además, a insultar y faltarse con quienes le preguntaban por la delirante visión del laicismo que, según él, abraza su partido. Los demás, todos nosotros, ya se sabe, los que entendemos que la separación Iglesia-Estado debiera excluir la financiación pública de exhibiciones como la de Madrid lo que demostramos es burrez, intolerancia y sectarismo, así como muy mal gusto al pedirle explicaciones que, por supuesto, se niega a dar envuelto en acusaciones de perfidia y de mentira para quién osa pedirle que condene con claridad la financiación pública del encuentro… si es que de verdad cree que hay que criticarla.



Esta actuación no retrata sólo a los cuadros entusiastas del partido con hambre de gol en Twitter. Díez y Martínez Gorriarán son los nº1 y nº 2 de un partido que, recordemos, inició su andadura apoyado en ideas como la regeneración democrática, la pretensión de no insultar la inteligencia de los ciudadanos y proponiendo un nuevo pacto federal, defendiendo la estricta separación Iglesia – Estado o apoyando la República. Un partido que ha contado desde el principio con el apoyo de alguien como Savater, a quien ahora probablemente acabaremos viendo, conducido de la mano de sus amiguitos Rosa Díez y Carlos Martínez Gorriarán, defender a la maravillosa jerarquía religiosa española y justificando que entre todos les paguemos sus festivales de propaganda. El Fernando Savater que en los 90 salía en la tele atado a una farola criticando con mucha gracia la Ley Corcuera está en estos momentos en un partido que se ha convertido en el principal legitimador, dentro del arco parlamentario, de las hostias repartidas por la Policía.

Hostias que están recibiendo muchos ciudadanos que, paradójicamente, defienden principios que en sus orígenes, se suponía, UPyD decía tener como ideas rectoras: la igualdad de los ciudadanos, la no financiación de la Iglesia con fondos públicos, la regeneración democrática… Tanto en las calles como en las redes sociales se está dando la paradoja de que son ciudadanos que no pertenecen a UPyD los que defienden los supuestos principios del partido mientras que sus líderes se dedican a darles de hostias o a jalear a quienes lo hacen.

Lo peor de todo, lo que lo hace tristísimo, es que esta evolución en realidad no es nada que se aleje del guión previsto, nada que sorprenda. La regeneración democrática, en España, es así. UPyD sirvió como instrumento para la misma exactamente 5 minutos… hasta que sellaron su pacto fáustico con Rosa Díez y sus amiguitos como Gorriarán y todo se fue al garete. Lo que había empezado como un movimiento de indignados avant la lettre que concentró profesionales formados, funcionarios, profesores… hartos de la impresentable actitud del PPSOE fue abducido desde el primer instante por un grupito de colegas con hambre de gol y de cargo, alimentados por el despecho y muy cuidados por la derecha mediática, que vendieron el alma del partido al diablo. Estaban dispuesto a todo, porque ellos son así. Y la única consejera del PSE que defendió continuar el pacto con el PNV tras el pacto de Lizarra para poder seguir en el cargo pasó, por arte de magia, a ser la líder política más crítica con el nacionalismo del país. Por una serie de votos y un nicho político esta gente hace lo que sea. Y así han dirigido UPyD desde el primer día. Aparentemente, los principios rectores del partido seguían siendo los mismos, aquellos con los que había nacido una iniciativa de respuesta a la impresentabilidad de los dos grandes grupos. La realidad práctica de cómo se ha conducido políticamente UPyD, sin embargo, acabó siendo bien distinta. Rosa Díez tenía hambre de revancha y su grupo de incondicionales con ganas de pillar cacho, un plan. El programa del partido acabó en la basura y decidieron centrar la imagen pública de UPyD en el tema del terrorismo y del nacionalismo, aportando siempre más decibelios que el más exagerado del lugar, obteniendo gracias a ello un eco brutal en la derecha mediática.

Mientras tanto, la página web llena de ideas bientencionadas y arrumbadas servía como coartada para justificar que el partido era en realidad otra cosa distinta a un movimiento centralista ultraconservador… y para que se alimentara la ilusión de mucha gente que, ante el páramo que es la política española, pensaba que, al menos, los de UPyD, pues mira, tenían una página web donde decían que era laicos, republicanos o federalistas.

Mientras tanto, el pacto fáustico iba a toda leche y la cosa empezaba a medio funcionar, gracias a los electores captados en caladeros muy determinados: lectores de Libertad Digital, seguidores de Intereconomía, lectores de La Gaceta y de El Mundo… hartos de ZP, del socialismo, de ETA, de que se rompa España y de los catalanes, los vascos y el resto de hijoputas españoles de la periferia que no se arrodillan cada vez que llegan a la Comunidad de Madrid.

Sí, ya se ve que en realidad, hay un fallo en Matrix. Porque, si lo pensamos bien, esa gente, ¿por qué no votaba al PP? ¿De veras existía ese nicho? Pues sí, ya que siendo cierto que en general por ahí se votaba al PP, dentro de ese grupo hay también una parte que considera que el PP es demasiado “blando” con los nacionalistas, o demasiado “complaciente” con la ETA o simplemente demasiado poco intelectual… y que es mejor tener una derecha centralista algo más ilustrada y esencialista, para que “presione” sin componendas derivadas de tener que gobernar. A esta gente a la que UPyD se ha especializado en atraer y a ellos dirigen cada vez con más descaro su mensaje, mientras los simpatizantes de primera hora seguían (y algunos incluso siguen) cultivando la ilusión, corderitos, de que su partido era de centro, reformista, moderno y una cosa así como europea y seria.

Al mando, purgando las asambleas locales díscolas (por tener demasiada gente que todavía creía en los principios que definieron la supuesta identidad del partido, por ejemplo), estaba Martínez Gorriarán, encargado de la definición ideológica del partido ya que a fin de cuentas, como él mismo deja que se diga de sí mismo, es el tipo más listo y el más formado de España.
Y de esa magna cabeza pensante comienzan a salir los engendros en los que se ha especializado UPyD: una reformulación de los principios iniciales del partido, conservados nominalmente, para que casen con el nuevo perfil de votante donde están pescando simpatizantes alentados por la prensa más reaccionaria del país.

Así, el proyecto de UPyD, que empezó defendiendo un federalismo simétrico
clásico, sigue siendo oficialmente federalista. Eso sí, ahora llaman al engendro “federalismo integral” y aseguran que es lo que pasa en Alemania, confiados en que el ciudadano español medio español además de ignorante es vago y subnormal. Ese supuesto “federalismo integral” consiste en que todas las competencias importantes vuelvan al Estado y ya está. Por ejemplo, supone la devolución al estado de la competencia en materia de educación, con dos cojones. Como en Alemania. Lo mismito de Alemania, donde cada Land hace lo que quiere con la educación (¡si incluso en Baviera han estado décadas teniendo más años de escolarización que en el resto del país, por Dios!). Pero a estas alturas de la película la realidad ya es lo de menos. A UPyD y quienes la dirigen les da todo igual. Sus votantes y los ciudadanos que les apoyan, con la mejor de la voluntad, son despreciados continuamente.

Les mienten y les engañan constantemente. Les dicen cosas como que en España no hay competencias en la Constitución reservadas al Estado, lo que es falso (hay un artículo entero al respecto), porque lo que en realidad quieren es ampliar las competencias estatales, pero sin decirlo claramente, porque eso, al parecer, no queda bien, no es “cool”. Lo guay es ir de culto, de moderado, de serio, de tío que sabe y pretender meterla doblada con lo del “federalismo integral” cuando de lo que se trata es, simplemente, de recentralizar. Y la verdad es que no funciona demasiado bien el engaño, porque la gente no es tan idiota como creen los de UPyD, pero al menos les sirve a sus dirigentes para sentirse “limpios”. Sí sirve, eso sí, para que algunos que se enamoraron del proyecto hace tiempo sigan creyendo todavía en él, para que los jóvenes ambiciosillos conservadores de cada provincia española vean ahí una opción más “intelectual” que el PP… pero para poco más. Al final la realidad se impone. Y la realidad es que el proyecto que marca la agenda y hace que haya adhesiones el de fondo, el recentralizador. Y por ahí es donde están captando al votante que de verdad interesa a Rosa Díez y su gente: reaccionarios madrileños a los que les da vergüenza reconocerse del PP o que por algún otro motivo (odio al bipartidismo, manía a su alcalde del PP, lo que sea…) prefieren votar otra alternativa que cubre más o menos el mismo espectro ideológico que el del PP madrileño (ojo, no del PP estatal).

Como era de esperar, una vez uno empieza a darle a lo de la neolengua, pues se vicia. Y lo mismo que ha pasado con el federalismo ha ocurrido con muchas otras cosas. El plurilingüismo (respetadísimo oficialmente en UPyD siempre y cuando los cabrones de los 15 millones de españoles que tienen otra lengua materna no osen abrir la boca), el modelo de financiación (en teoría preconizador de la igualdad de los españoles pero en la práctica consistente en dejar que Madrid decida libremente cuánto dinero se asigna per cápita a cada región), la monarquía (¿han escuchado alguna crítica a la Monarquía por parte de Rosa Díez?, pues eso) y, por supuesto, la separación Iglesia – Estado, donde UPyD y sus cuadros mantiene posiciones que a finales del siglo XVIII ya eran consideradas reaccionarias en toda la Europa y América civilizada, han sido todos ellos campos de operaciones privilegiados de la reformulación peculiar con que desde UPyD analizan y trasmiten la realidad.

De manera que aprovechando la visita de Ratzinger, Carlos Martínez Gorriarán nos ha anunciado la buena nueva en materia de laicismo, que es lo que tocaba esta semana. UPyD, una vez más, lo ha logrado y en su particular neolengua nos explican que por supuesto que ellos son laicos y modernos y democrátas y una cosa así como heredera de la Ilustración, pero todo en un sentido bien entendido, sano, decente, de orden. Porque el verdadero laicismo es pagar al Papa sus visitas con los impuestos de todos con el absurdo argumento de que la Iglesia es una minoría que proteger y repartir hostias a quien ose alzar la voz contra esa impresentabilidad. Incluso argumentan algunos de los palmeros del partido en las redes que para evitar confrontaciones civiles  lo que habría que hacer es más sencillo: impedir la expresión de la crítica estos días y así todos tan felices, no se vaya a ofender el Papa. Por supuesto, esta gente nos acusa de anticlericales furibundos y de radicales violentos a todos quienes osamos decir que no, que no nos gusta que nos obliguen a pagar la visita del jefe de una secta religiosa.  Cuando no van más allá y sueltan que, directamente, somos nazis. Y nos explican que somos peligrosos y no tenemos ni puta idea de cómo ha de funcionar una separación Iglesia-Estado de la buena. Ése es el laicismo de UPyD. Con Rosita Díez de ariete, yendo de radio en radio defendiendo los excesos policiales y preconizando mano dura. Esta gente cogía al Savater de 1992 por la calle y a poco que se le oyera hacer una bromita sobre condenes o algo así, le metía una paliza, le escupía, le dejaba en la comisaría de Sol en pelotas y encima le denunciaban por provocador, por intolerante y por no respetar a los demás.

Así se las gastan. La duda es hasta qué punto el Savater de ahora será capaz de completar su giro y avalar estas nuevas tesis en materia de la revolucionaria manera de entender el laicismo de sus kolegas de escapada.

La regeneración democrática en España, en fin, es así… Y UPyD es lo que es. Tardarán más o menos, pero todos los que de verdad creen en otra manera de hacer política (sin demagogia, sin mentir a los ciudadanos, sin hacer una cosa y decir la contraria) y en ciertas ideas (igualdad, laicismo, república, federalismo), tienen algo de formación y un sentido democrático genuino acabarán abandonado UPyD (los pocos que todavía queden allí con este perfil), que va a tener recorrido como partido regionalista madrileño ultra y poco más (de hecho, en las últimas municipales y autonómicas ya se vio que el partido está anclado geográficamente allí y en algún par de localidades más con amplias colonias de exiliados madrileños). En eso ha acabado el que fue supuesto intento de regeneración conducido por elites intelectuales indignadas. España, ya se sabe, es así.

Pero no desesperemos y disfrutemos, al menos, del show. Sabedores, además, de que todo puede ser superado. Ya se atisba, por ejemplo, que las cotas de esperpento que prometen cosas como el partido Equo pueden dejar a los de UPyD como principiantes. Porque que una opción ecologista que aspira a ser el equivalente a los Verdes europeos y a los defensores de los derechos fundamentales y las libertades de los ciudadanos pueda presentar como cabeza de lista a un conocido cazador teorizador de la limitación de derechos y garantías constitucionales tan dedicado a la tarea que es posible incluso que sea condenado por “pequeños excesos” en la materia, como se viene comentando, nos dejaría con una segunda experiencia regeneradora liquidada desde el principio, antes de empezar, gracias otro pacto faústico impresentable. Deprimente, sí. Pero al menos, y por lo que parece, la cosa augura que nos podríamos reír tanto como del laicismo de Martínez Gorriarán.

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