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13 jul 2011

SI LOS MERCADOS VINIERAN EN TANQUE

FUENTE: www.cuartopoder.es

Cuenta la leyenda que Valle-Inclán tenía por costumbre ciertas noches apostarse ante el Palacio Real y gritar: “¡Borbón, baja! ¡Borbón, baja!”. Los guardias de palacio, familiarizados con sus barbas de chivo y su tendencia a vociferar, le decían: “No nos comprometa, don Ramón, no nos comprometa”.

El viejo escritor se desgañitaba llamando al poder para pedirle explicaciones de sus desmanes y errores.
Siempre que pienso en cómo ha cambiado la naturaleza del poder me viene a la cabeza esta anécdota. Ahora los verdaderamente poderosos son invisibles.

Los mercados “son sólo personas”, como dijo el gobernador del Banco de España, pero nunca tienen nombre. Hoy Valle-Inclán no sabría ante qué muros palaciegos increparlos para que dieran la cara y se responsabilizaran de las consecuencias sociales de sus actos. ¿Dónde gritamos: ¡Moody’s, baja!
¡Especulador, baja! ¡Mercado, baja!? Sólo tenemos certeza del paradero de Ángela Merkel.

Hace poco más de un año, cuando el diferencial de la deuda española estaba aún bastante por debajo de los 200 puntos básicos, el presidente del Gobierno aseguró que los recortes apaciguarían a los mercaderes (puesto que son personas, evitemos la abstracción de “mercados”). Impuso restricciones para satisfacerlos, en contra de la población, pero siguió sin desvelar su identidad. Ahora los mercaderes han llevado la prima de riesgo a superar los 370 puntos. Son los propios inversores, grandes bancos y fondos de inversión, los que deciden los precios: los destinos de los países se subastan. Muchos, algunos, pocos –tampoco lo sabemos- realizan operaciones especulativas a corto plazo con la deuda soberana y ahora han puesto sus garras sobre Italia.

Las agencias de calificación son el principal instrumento para controlar los precios en ese mercado que se supone libre. Así lo confesó Warren Buffet –principal accionista de Moody’s- ante la comisión del Congreso estadounidense que investigó la crisis financiera.

Cada vez que sube la prima de riesgo los intereses que pagamos se multiplican. Si atendemos al presidente del BBVA, Francisco González, cada 100 puntos de aumento en el diferencial nos cuestan 12.400 millones anuales, el 1,2% del PIB español. Para ponerlo en perspectiva lo compara con la previsión de inversión anual de infraestructuras de este año: 8.400 millones. La gran diferencia es que las infraestructuras crean puestos de trabajo, unos 160.000, dijo González. El pago de intereses, no. Al contrario, dificulta la recuperación económica y obliga a más ajustes del gasto público: se retrae el crédito y el consumo, las empresas cierran, la gente no gasta, la economía se detiene. Cuando eso ocurre sobreviene el rescate y la imposición de nuevos ajustes y privatizaciones, como le ha ocurrido a Grecia.

Nos tienen cercados en un círculo vicioso, y ni siquiera sabemos dónde ir a gritarle al poder que baje. Castigan a la deuda pública, pese a que, de los cuatro billones totales de deuda española, la del Estado sólo supone el 18%, que representa poco más del 60,2% del PIB. (el límite establecido por Maastricht es el 60%) Son datos que nos recuerda un interesante informe de Democracia Real Ya, titulado “La estafa de la deuda”. Las críticas ciudadanas recaen en los gobernantes porque ellos ponen el rostro mientras infligen a la población, de forma delegada, sufrimientos sin fin.

Si una hilera de tanques extranjeros cruzara alguna de nuestras fronteras para robarnos varios miles millones de euros, nuestras Fuerzas Armadas responderían con hostilidad. Si unidades de infantería bien pertrechadas arramblaran en unos días con más del 1% de nuestra riqueza o dejaran sin empleo a 160.000 personas, no tendríamos ninguna duda de considerarlos nuestros enemigos. Si sitiaran una ciudad, conminándonos a congelar las pensiones y deshacernos del patrimonio público a precio de saldo, les mandaríamos la fuerza aérea. Al no venir en tanque el enemigo, los gobernantes insisten en apaciguarlo. La necesidad de hacerle frente es evidente, pero ¿dónde está? Nos informan de que todo esto forma parte de las reglas del mercado. De esas reglas que garantizan invisibilidad e impunidad a quienes son capaces de destruir un país, quizá un continente, si con ello satisfacen su codicia.

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