Lo ordinario es
morir en el tajo
FUENTE: DIARIO PÚBLICOEl Gobierno decidió el viernes
conceder la nacionalidad
a Franns Rilles Melgar, el boliviano
que quedó manco en
una fábrica de pan. Es una medida
de gracia, arbitraria y, por lo tanto, injusta.
No por Melgar, que ha perdido un
brazo por trabajar en España (mucho más
que lo que sacrificarán en toda su vida la
mayoría de los que se llaman patriotas),
sino por los que han sufrido y sufren tanto
como él, pero no cuentan con un villano de
cuento para llenar portadas de los diarios
ahora que casi se ha parado la política.
Dice el Gobierno que concede los papeles
a Melgar por “razones extraordinarias”.
¿Qué es lo extraordinario? ¿El accidente o
el grado de explotación al que estaba sometido?
Ni una cosa ni otra. Al menos medio
millón de personas trabajan en España
sin contrato. En 2008, hubo 922.253 accidentes
laborales y 831 muertos (al fin a
la cabeza de Europa en algo). Muere casi
más gente en el tajo en un año que los que
ha matado ETA en toda su historia. Sin embargo,
dudo de que la Inspección de Trabajo
tenga ni la mitad de la mitad de los recursos
que destina Interior a luchar contra
el terrorismo. Es cuestión de prioridades,
también en los medios de comunicación,
donde parece que la única forma de que los
accidentes laborales ñinsisto, más de dos
muertos al día de mediañ sean noticia de
portada es que el suceso tenga parábola,
refrán o moraleja. Hace falta un villano de
cuento, un símbolo del desprecio absoluto
por la dignidad humana, como tirar un
brazo a la basura, para que lo ordinario se
haga extraordinario. Y sólo así el Gobierno
actúa, pero también en lo simbólico. Es una
broma macabra: en España los papeles ya
no cuestan un riñón. Cuestan un brazo.
IGNACIO ESCOLAR
